Como entender al Cardenal
Por Normando Hernández
“La misión de la iglesia es humanitaria, no política” En miles de ocasiones he escuchado a la máxima autoridad de la Iglesia Católica cubana, Cardenal Jaime Ortega y Alamino afirmar la frase anterior. Más reciente aún, aseguró: “la iglesia no apoya los proyectos de ningún bando” Esta última frase me la dijo directamente cuando el pasado 29 de noviembre un grupo de los ex prisioneros de conciencia cubanos desterrados en España, en los últimos meses, nos reunimos con él y yo le hice entrega oficial y formar del Proyecto Libertad
Para los que no conocen lo que el Cardenal no quiere apoyar les cuento: El Proyecto Libertad es una iniciativa de ley ciudadana con fundamentación legal, humanitaria y en nada política que pretende pedirle al desgobierno de los hermanos castro dé una amnistía general, pues así serían liberados todos los que no tiene que estar en las cárceles y se llevaría un poco de sosiego y paz a los hogares cubanos. Hoy dentro de Cuba existen más de 11 mil firmas que avalan y defienden el proyecto que el Cardenal no apoya.
Como podrán darse cuenta el Proyecto Libertad, está en armonía con el espíritu cristiano. Lo que sí no creo tenga relación con las enseñanzas de Cristo es servir de portavoz de un gobierno que está manchado de sangre hasta el tuétano de los huesos y que todos sabemos que lo único que busca y pretende es perpetuarse en el poder sin importarle en lo absoluto el bienestar de los ciudadanos. Esto lo sabe el Cardenal, como también sabe que los que mandan en Cuba son capaces de mentirle a las veinte mil Vírgenes, pactar con el diablo, si es que no la han hecho ya y hasta de tirar los tanques de guerra para la calle y masacrar a su pueblo. ¿Cómo es posible que el representante de la iglesia cubana sea cómplice de estos fariseos?
El colmo es que el primero de enero en la homilía de la Jornada Mundial de la Paz cogiera el púlpito de la iglesia para hacer un llamado a sus ovejas a “implicarse” en las reformas propuestas por uno de los más grandes asesinos que ha dado la llamada revolución cubana, el general Raúl Castro y que además asegurara: “Esto nos implica a todos (refiriéndose a las reformas), y la buena marcha de estas transformaciones no depende solo de las autoridades (…) en sus decisiones, sino también de la comprensión adecuada, por parte del pueblo” Si esto que el Cardenal dice no tiene doble sentido, es como si dijera: Las transformaciones que propone el gobierno son buenas y si fracasan es porque ustedes no las apoyan ni comprenden y los mayores responsables serán los de siempre, es decir, el pueblo. Pero las aberraciones del Cardenal no terminan aquí.
También añadió que depende “de nuestra capacidad crítica para expresar claramente nuestras divergencias o señalar cuanto nos parezca que debe ser modificado” Habría que preguntarle al Cardenal si no sabe que el gobierno cubano nunca ha aceptado críticas o criterios divergentes a su política gubernamental. O si no sabe que el pueblo de Cuba vive aterrado por la crueldad de los que mandan y tiene miedo de pensar y de decir hasta lo que piensa. ¿No es precisamente por la capacidad crítica y por expresar claramente las divergencias y señalar cuanto les parecía debía ser modificado que en el 2003, fueron secuestrados de sus hogares 75 miembros de la sociedad civil cubana y sancionados a altas penas de prisión, de los cuales aún quedan presos once valerosos patriotas de este grupo porque no aceptan el destierro como condición de libertad y que solo Dios sabe cuándo podrán salir de la cárcel? ¿Será que el Cardenal quiere, con todas las buenas intenciones, aumente la cantidad de presos de opinión en Cuba? Y si en verdad lo que está haciendo lo hace de buena fe por qué no habla de las diferentes alternativas que han elaborado los miembros de la disidencia cubana que sirven de soluciones, en cierta medida, a los problemas económicos, políticos y sociales que enfrenta toda la nación. Un ejemplo de una de estas propuestas es el documento llamado: Futuro para Cuba.
Pero que cosas tengo yo. Se me olvidaba que el Cardenal no apoya los proyectos de ningún bando y mucho menos si estos traen propuestas humanitarias. En verdad que no lo comprendo
¿Cómo entender a un Cardenal que apoya y sirve de vocero de los que aplastan impunemente los principios cristianos e incita al pueblo para que se haga cómplice de unas supuestas reformas que entre sus puntos trae el despido de sus puestos de trabajo de medio millón de cubanos?
Como único creo pudiera entenderlo, es si pongo en práctica el juego que me enseñó mi hijita de ocho años de edad y que llama: “El mundo el revés” y el cual consiste en interpretar de forma contraria todo lo que decimos. Así que recomiendo a mis compatriotas este juego infantil para que interpreten las palabras del máximo representante de la iglesia católica de la mayor de la Antillas. Si lo hacemos el gobierno cubano no podrá conseguir su objetivo: “Cambiarlo todo, para que no cambie nada”
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