Por. Julio César Gálvez.Los recuerdos vienen a la memoria para establecer comparaciones, en no pocas veces de forma positiva. De pequeño cuando acudía a la escuela primaria todos los viernes en el matutino se realizaba un acto denominado ” El verso de la Patria “, en el que los alumnos cantabamos, recitabamos, pero por sobre todo se le rendía homenaje a José Martí, el más universal de todos los cubanos.De eso hace muchos años. Después todo cambió.Bajaron los rebeldes de las lomas, vestidos de verde oliva con sus largas barbas y melenas, después de luchar por derrocar la tiranía de Fulgencio Batista Zaldivar, entusiasmando al pueblo con los necesarios cambios hacia la democracia y un futuro mejor, para instaurar un totalitarismo feroz y represor peor que el régiumen anterior utilizando como uno de sus lemas favoritos que ” Martí era el autor intelectual ” del nuevo sistema político impuesto sobre una, apenas nueva nación.A partir de ese momento el político brillante, pensador de alto vuelo, periodista y escritor fue encasillado como el eterno luchador antimperialista, y ¡ válgame Dios ¡ hasta precursor del socialismo rapaz que desgobierna a Cuba desde hace más de 50 años.Las generaciones que han nacido después de primero de enero de 1959, desconocen en su mayoría, aquel hombre que supo organizar y crear el Partido Revolucionario Cubano — guía y promotor de la ” guerra necesaria ” — para luchar por la independencia de la isla de la metrópoli española, al persistente defensor de la justa causa de los indios pobres y desposeidos de nuestra América, al lúcido periodista de palabra cortante y filosa, al poeta de fino y exquisito verbo, al renovador y precursor del modernismo de las letras iberoamericanas — junto a Rubén Darío y Julián del Casal — , el que se sintió halagado por sus encuentros con Víctor Hugo y se deleitó con el virtuosismo de Brindis de Salas, — conocido como el Paganini Negro –, al que sufrió en carne propia los rigores de la cárcel y el dolor del destierro, al que añoró el calor del hogar y la compañía de su Ismaelillo por un ideal de justicia y paz, al hombre que supo unificar críterios bajo la premisa de ” Con todos y para el bien de todos “El hombre que escribió ” cultivo una rosa blanca para el amigo sincero que me da su mano franca “, el que sentenciara que ” la música es lo más dulce y bello de lo bello “. Aquel hombre bueno que naciera un 28 de enero de 1853 en la ciudad de la Habana, cuyo pensamiento tiene amplia vigencia en los momentos en que vivimos, también creyó en la hermandad e integración de los pueblos. Ese es el Martí que yo recuerdo y no al que quieren imponer en respaldo de un totalitarismo deshumanizado, opresor y destructivo.
El Martí que yo conocí
28 enero, 2011 por pazmnieto
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