Es curioso, los diferentes puntos de vista y análisis que pueden hacerse de una misma cosa.
Al parecer es más barato invertir en la no destrucción de las diferentes sociedades que en rescatarlas de la pobreza una vez que se han sumido en ella.
Digo esto al hilo de los diferentes estudios (que no sé quién demonios encargará o qué observatorio realiza) en cuanto al auge de organizaciones (católicas, no gubernamentales -tanto las financiadas gubernamentalmente como las que no lo están- pacíficas, conservacionistas, ecologistas, filantrópicas, anti-marginalidad, feministas, pro-infancia, rescatistas, y todos aquellos calificativos que Vds. quieran añadir) que se dedican a la ayuda a los demás y/o a la conservación de la tierra, en cualquiera de sus ámbitos y aspectos.
Pues vayan preparando el deslinde de sus intenciones solidarias porque comienza a barajarse un eslogan algo “tóxico”: Solidaridad, motor de futuro.
Cuando la hoy conocida como Unión Europea vivía sus primeros albores, se denominó, Mercado Común Europeo, más tarde CEE, Comunidad Económica Europea, que rebajaba el evidente toque mercantilista de sus fundadores, a pesar de las declaraciones de intenciones de crear un entente paneuropeo-socio-político-geoestratégico-demográfico y con poder de decisión, peso específico y voz única.
Desde el comienzo, hubo países llamados donantes y otros llamados receptores y se trataba de establecer una cierta equidad entre las diferentes rentas per cápita de los llamados europeos, tanto si vivían tostados por el mediterráneo como si lo hacían contemplando la aurora boreal.
¿Por qué los países donantes admitieron ese rol? (porque es lógico que los países receptores admitieran de buen grado el suyo) pués por la única razón posible: el desarrollo de los países receptores permitiría que estos compraran los productos manufacturados por los países donantes. ¿Dónde está el límite de la recepción de ayudas? En la consecución de una renta per cápita determinada. ¿Cuál es el objeto de la ampliación del espacio paneuropeo? La apertura de nuevos mercados de venta a aquellos países en vías de desarrollo, incluso, cuando sus lazos con la vieja Europa puedan ser tan dudosos como los que puedan tener Turquía o algunos países de los procedentes de la órbita de la antigua Unión Soviética, pero que aporten millones de hipotéticos clientes a los productos elaborados por los países del “núcleo duro” europeo y cuyo desarrollo, garantice períodos de estabilidad política y social que los países donantes no están dispuestos a soportar delante de sus mismas narices y a una hora de vuelo comercial desde sus propias capitales.
¿Qué supone este modelo en su relación con la solidaridad fuera de Europa?
Que cuando Vd. pretenda participar de manera altruista en mejorar la vida de los demás, puede encontrarse con un competidor de primera magnitud al lado, haciéndole luz de gas en cuanto a iniciativas. Y esto no sería malo en si mismo, lo malo es que Vd. no le va a cobrar nada a las personas destinatarias de su ayuda pero su competidor de primera, le va sugerir que compre un Volkswagen, que consuma mantequilla francesa o que cante el God save the Queen, o le retira las ayudas recibidas y las futuras por recibir.
¡Ojo! Que ya hay quien se ha dado cuenta de que la solidaridad es una excelente embajadora, abre todo tipo de puertas, es rápidamente permeable y que, hoy por hoy, puede ser una nueva forma de colonización, creando dependencias funcionales que la política no sería capaz de generar, o si no, ¿qué pinta China con el despliegue de medios que tiene en este momento por todo África? Ven clara la jugada: China, país manufacturero de productos de baja calidad a bajísimo coste y África, continente de mínimo poder adquisitivo pero ávido de adquirir bienes de consumo y equipamiento al menor precio posible.
¡Ay pobre Cuba! Que te veo desapareciendo de la escena internacional porque no aportas un mercado ni numeroso, ni adinerado y, además te encuentras muy deslocalizada respecto de los centros de producción masivos. ¡En manos de quien caerás si el resto del mundo pierde el interés por ti!
¿Comprenden ahora con más claridad que los “fáciles” destierros a los que están siendo sometidos los presos de conciencia cubanos obedecen a tratar de evitar tener focos de atención dentro de la Isla para tratar de pasar mimetizados por un escenario internacional desviado a otros relumbrones?
Mucho cuidado con quien no ha aceptado el destierro, mucho cuidado con presos como Oscar Elías Biscet que, no queriendo salir de la Isla, puede llegar a sufrir una mayor represión para que su existencia sea lo más insignificante posible. Por eso, no hay que dejar de hablar de él, por eso no hay que dejar de apoyarlo.
Carlos Muñoz
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